Diosa del Amor.
Ella es de mirada clara y serena, sus labios
del néctar más exquisito, su sonrisa picaresca e insinuadora, ella, es
simplemente bella.
Sus ojos no son verdes y no por ello
despreciables; el café de sus ojos es profundo, sencillo e inigualable.
La perfección de su boca la hace incitadora y
la belleza de sus labios, al sonreír, sólo es comparable con el bello oleaje
del mar.
Tersa, pura y clara es su piel, que como
pétalos en flor son el preludio de belleza interior. Toda ella es simplemente
bella.
Sus caderas ondean cual palmera de cálida
costa, que al ritmo del viento baila una dulce y suave tonada.
El verla desnuda, más que una excitación, es
la contemplación de una Diosa de Amor. Saber que puedo
fundirme en su tersa piel y hacerla toda mía, es el límite de toda imaginación.
Mis ojos se deslumbran ante su belleza, es
indescriptible y las palabras no son suficientes para elogiarla. Mientras mis
ojos vivan, mi voz sea eco en sus oídos, yo no dejaré de adorarte dulce Diosa
de Amor.
Jag
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